Caer

     Sabes que soy muy torpe. Siempre me caigo. Como un patito que acabase de salir del huevo. Paso más tiempo en el suelo que de pie, y sabes la rabia que me da. 
     Pero, ¿sabes qué? Hay formas de las que no me importaría caerme. Caer entre tus brazos, por ejemplo. Tropezarme con tu mirada y caer de lleno en tus ojos color café. Resbalarme por tus labios. Darme de bruces con tu deslumbrante sonrisa. Colarme en esos pequeños hoyuelos que te salen en la comisura de la boca al reírte. Y es que vaya risa, que me hace caer de lleno en la locura. Sobre todo cuando la provoco yo.
     No me importaría caerme porque sé que, de una u otra manera, tú vas a estar ahí para frenar mi desliz.

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